viernes, 30 de abril de 2010

Blog de Alvaro Calderón Ponce

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Magrugada de pintas y James Joyce

Madrugada de pintas y James Joyce

Admiradores del escritor se reúnen en Nueva York para leer 'Finnegans wake', el libro más oscuro de la historia

EDUARDO LAGO 19/01/2010
 
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En un ensayo titulado El fonógrafo de Joyce, Jacques Derrida cuenta que estando en una librería de Tokio oyó a un turista estadonidense exclamar: "¿No sería posible reducir tanto libro como se publica en el mundo a uno solo?". "Tendrían que ser dos", fue la respuesta del filósofo francés, "Ulises y Finnegans wake".

La noticia en otros webs

La 'noche Earwicker' imita al 'Bloomsday', homenaje anual al 'Ulises'
La sociedad inició la segunda lectura de la novela en 1966. Van por la página 344
"Es un desastre, pero la obra une a gente maravillosa", según Charlie Caruso
No todo el mundo estaría de acuerdo. El consenso, prácticamente universal, es que estas dos obras de James Joyce (1882- 1941) ocupan el primer puesto de dos listados completamente distintos: Ulises (1922), una de las cumbres de la literatura universal, es la mejor novela jamás escrita en lengua inglesa. En cuanto a Finnegans wake (1939), título final de Joyce, al que dedicó 17 años de su vida, posiblemente sea el texto literario más oscuro e impenetrable de todos los tiempos.
Entre el final de una y el principio de otra medió un año durante el cual Joyce fue incapaz de escribir nada. Su imaginación se despertó de repente el 9 de marzo de 1923. En una carta dirigida a su amiga, la editora Harriet Weaver, fechada un día después, el autor anunciaba así el nacimiento de su siguiente novela: "Con gran dificultad, ayer cogí la pluma y conseguí escribir dos páginas". Siguieron casi dos décadas de entrega absoluta. Un nutrido grupo de admiradores, entre los que figuraban los escritores más notables de su tiempo, siguió con atención la laboriosa gestación del texto, que fue apareciendo por entregas en diversas publicaciones bajo el título provisional de Obra en curso. La extrañeza de los fragmentos que iban apareciendo sumió a los seguidores de Joyce en el estupor, pero nadie se aventuró a hacer un juicio definitivo hasta ver la obra publicada. Cuando eso ocurrió, en 1939, la reacción mayoritaria fue de rechazo. Una de dos, o el gran maestro había perdido la cabeza y había producido un monstruo literario inclasificable, o bien Joyce se sumergió en una experimentación radical con el lenguaje. Fuera como fuere, el texto de Finnegans wake era completamente ininteligible.
Es justo aquí donde entra en juego la magia de Joyce: pese a la extrema inaccesibilidad de sus propuestas narrativas, sucumben a su fascinación desde los especialistas a gente con escasa preparación literaria. Un artículo publicado el pasado 16 de junio en el Irish Times, fecha en que transcurre la acción de Ulises, conocida como Bloomsday, reveló que la mayoría de la gente que salía a la calle disfrazada de personaje de la novela no la había leído, aunque muchos lo habían intentado. Con Finnegans wake, cuya dificultad es muy superior a la de Ulises, el misterio se agiganta.
Quizá sea en Nueva York donde hay una mayor tradición celebratoria de la oscura novela del escritor irlandés. Cuando se publicó la primera edición en 1939, se escenificó un velatorio (uno de los significados del vocablo wake es velatorio) en la librería Gotham en el que participaron celebridades literarias de la época disfrazadas de personajes. En esta misma librería, desaparecida en 2006, se fundó en 1947 la James Joyce Society, cuyo carné número 1 ostentaba T. S. Eliot. Y allí mismo se fundó también, hace ahora 20 años, The Finnegans Wake Society. Desde entonces, los componentes de la sociedad se reúnen el último miércoles de mes para leer y comentar la obra. Entre los miembros figuran representantes de toda clase de profesiones. La primera lectura del texto, cuya extensión total es de 628 páginas, duró cinco años. Al hacer balance, se consideró que tal vez se había procedido con excesiva precipitación. La segunda lectura comenzó en 1996. Por ahora van por la página 344.
Para los finneganianos de Nueva York, el equivalente a Bloomsday es La noche de Earwicker, en alusión a un personaje del libro así llamado. Conviene indicar que la acción transcurre íntegramente de noche. El miércoles 13 de enero, aniversario de la muerte de Joyce, unos 40 finneganianos acudieron a un antiguo pub irlandés del sur de Manhattan para celebrar Earwickernight. Los asistentes entablan una animada conversación mientras dan cuenta de una guinness o un whisky antes de sentarse a cenar en mesas comunales. "Seamos honestos", dice Charlie Caruso, periodista en Newsweek y The New York Post durante más de 50 años, "el libro es un desastre, pero consigue algo que no consigue ningún otro: reunir a su alrededor a un montón de gente maravillosa". Ron White, miembro fundador, no está de acuerdo: "Por supuesto que tiene sentido, sólo que no es posible descubrirlo a solas. Hay que leer el libro en grupo".
A una indicación de Murray Ross, el presidente, el maestro de ceremonias, un hombre de pelo blanco, sonrisa perenne y gestos pausados, Kevin Gilroy, da comienzo a la velada. Antes de engolfarse en el juego de charadas, pasatiempo favorito de la familia Joyce, el grupo entona Finnegans wake, balada tradicional irlandesa que narra la resurrección de Tim Finnegans, al derramarse sobre él una botella de whisky en pleno velatorio, historia que por supuesto aparece en la novela. Los finneganianos cantan a capella y no desafinan demasiado. Concluida esta parte del ritual, se aprestan a iniciar el juego de adivinanzas. Ross y Gilroy arrojan al interior de un sombrero hongo unas papeletas en las que aparecen frases extraídas del enigmático volumen. Distintos voluntarios las van leyendo en silencio para sí y, mediante gestos, intentan trasmitir su contenido a la audiencia. Resulta asombrosa la facilidad con que, una a una, logran identificar las frases secretas, hasta que sólo queda la última. Una chica la extrae mientras la asamblea de finneganianos la observa, gozosamente tensa. La esposa de Humphrey Earwicker, presencia que Joyce envuelve en un misterio que la hace particularmente atractiva, responde al nombre de Anna Livia Plurabelle. Los sinuosos movimientos que hace con las manos la encargada de representar la última adivinanza logran transmitir el viaje que efectúa por el tiempo la elusiva criatura de ficción. Como si lo hubieran ensayado, varios asistentes se ponen en pie de un salto y recitan al unísono: "Anna fue, Livia es, Plurabelle será". Imposible no imaginarse a Joyce riéndose en su tumba.
Eduardo Lago, director del Instituto Cervantes en Nueva York, es miembro fundador de la española Orden del Finnegans.

sábado, 24 de abril de 2010

Octava XIX

Octava XIX


Es demasiado poco maniquí,

vivo al viento del más visible trigo,

la caña de la escoba para ti,

a la fuerza del pájaro enemigo.

Donde los picos restan pan, allí

te eriges con tu aire de mendigo,

meseguero incorpóreo, que has dejado

riéndose tu cabeza en el granado.

                                        Perito en lunas. Miguel Hernández, ilustrado por Ramón Palmeral

jueves, 22 de abril de 2010

Día del libro

La lectura en una época multimedia se hace cada vez más difícil. Vivimos en una era en la que la imagen es la reina de los sentidos. Con la aparición de la TV los niveles de atención, concentración, e introversión de las personas comenzaron a disminuir rápidamente. Giovanni Sartori denominó homo videns al nuevo hombre, que percibe el mundo por medio de imágenes y al que todo ello le es sumamente difícil. Una de las diferencias básicas entre seres humanos y animales radica en la capacidad de reflexionar, simbologizar y de abstracción, capacidades que son anuladas por la imagen imperante en la TV y la multimedia.


En España hay todavía 1.000.000 de analfabetos, que se dice pronto. Y digo 1.000.000 por ser optimista, claro. Porque la tasa de analfabetos funcionales podría situarse en torno al 25%, unos 10.000.000 de españoles en este caso. Los analfabetos funcionales son personas que aprendieron a leer y escribir pero que perdieron esa capacidad o no la supieron aplicar para resolver las tareas más simples y cotidianas. Y digo yo... ¿No se han parado a pensar las lumbreras que están detrás del Día del Libro que si esos 10.000.000 de españoles aprendieran a leer quizá venderían más libros? Seguro que lo han pensado. También habrán pensado que es posible que esos 10.000.000 de personas y los 8.000.000 que viven por debajo del umbral de la pobreza sean sobre poco más o menos los mismos. Y claro, los pobres no compran libros. ¿Qué más da entonces que no sepan leer?

Poema La Guitarra de Federico García Lorca



Empieza el llanto

de la guitarra.

Se rompen las copas

de la madrugada.

Empieza el llanto

de la guitarra.

Es inútil callarla.

Es imposible

callarla.

Llora monótona

como llora el agua,

como llora el viento

sobre la nevada.

Es imposible

callarla.

Llora por cosas

lejanas.

Arena del Sur caliente

que pide camelias blancas.

Llora flecha sin blanco,

la tarde sin mañana,

y el primer pájaro muerto

sobre la rama.

¡Oh, guitarra!

Corazón malherido

por cinco espadas.



Día 23 de Abril de 2010



“Leer será en el futuro un acto de rebeldía”, con esta frase que me llamó la atención en un comentario de la presentación de un libro del bonaerense Alberto Manguel, comienzo esta reflexión sobre la experiencia insustituible de leer un libro. Un acto iniciático que nos abre las puertas al mundo de la imaginación, de las ideas, de la experiencia colectiva de la vida del SER HUMANO, transmitida a través de generaciones y vivida una y otra vez a través de la palabra escrita.

Una gran amenaza se cierne sobre los libros, la imagen, sobre todo virtual, quiere ocupar su lugar y se adapta mejor al “tempo” de esta sociedad en la que la prisa se convierte en vértigo, donde no hay espacios para la lectura y la reflexión.

Nosotros, como profesores, no podemos sino advertiros sobre la importancia que tiene la lectura, como el medio para protegernos contra la manipulación del ser humano que tiene su origen en la ignorancia, pero nunca podremos obligaros a amar los libros, ya que este sentimiento surge de una experiencia íntima, personal e intransferible.

Lo que sí podemos hacer es contar nuestra propia experiencia sobre lo que hemos descubierto a través de lo que hemos leído, las múltiples vidas que hemos vivido, los infinitos personajes que hemos sido y las emociones y sensaciones que hemos compartido y aunque haya una frase que diga que una imagen puede decir más que mil palabras, una palabra puede evocarnos mucho más que mil imágenes.

Para terminar, compartiré con vosotros este pequeño poema que escribí un día como hoy, 23 de Abril de 1998, cuando trabajaba en Alozaina y que titulé San Jorge, festividad que se celebra hoy, especialmente en Cataluña, donde se regalan libros y rosas. En él aparece el poeta mejicano Octavio Paz, fallecido el día 19.



San Jorge

Rosas con besos de agua.

Libros húmedos

pasean letras, mapas,

máquinas de vapor,

bisontes de Altamira

y la Escuela de Chicago

por carreteras de montaña.



A Octavio paz le brotan lágrimas

en las fotocopias del periódico de ayer.



Rosas con besos de agua.



Los libros no deben salir al jardín.



Llueve abril

                    sobre los campos.





Frases sobre el libro y otras curiosidades

/reflexiones-sobre-la-lectura-el-libro-y-la-biblioteca/

domingo, 18 de abril de 2010

Leve cintura del mar. Antología de poemas de Antonia Toscano

Semillas de los árboles

De aguas minerales el verde tálamo,

se ha roto con la densa oscuridad

durante el parto de la madrugada.


En la piel de los muslos se ha esparcido

la fragancia de millares de gotas

plateadas de las que han germinado

las fecundas semillas de los árboles.


La leve cintura del mar

ha atrapado al viento en las colinas

de algas y arrecifes

que han moldeado la fuente de los sueños.


He salido al camino

bordeado de sangre de amapolas,

me han llevado los pies

entre los altos cedros

a la mansión que habita

la luz de la memoria..

A veces me siento

             Árbol eres,

            musgo eres,

            eres violetas con viento sobre ellas.

                                             Ezra Pound

A veces

me siento eternidad de los cipreses

y el azul me contempla desde arriba.


A veces

me siento tierra húmeda,

laberinto de raíces,

camino de hormigas

enredados en tinieblas de barro

recorriendo la paz de los marjales.


Me siento parte de su enmudecida

voz. Oscuro fragmento impertérrito

devorado por la muerte,

germinando semillas en su seno

inerte de fría piedra destruida.


A veces deseo

ser líquido lechoso y verde

en las ramas que esculpen las encinas.


Algunas veces,

un rodar en las playas,

solo materia plástica

que compone las huellas

de tu paso incierto,

atrapando en tus pies el rumbo acuático

de doradas mareas crepusculares

en los nítidos mares de poniente.


Busca el sueño cárdeno de mi piel

en el fino perfil del horizonte

oscurecido en garras de la noche.


Vapores violáceos

El humo amarillo que se restriega el hocico en los cristales

de las ventanas

metió la lengua en los rincones del atardecer

…se enroscó una vez más en torno a la casa y se quedó dormido.

T. S. Eliot

Me escuece la perplejidad de las horas

frotándome los ojos.


La esfera en la que giran mis pasos

navega en universos ignorados.


Hemos cerrado las calles de la noche

envueltos en vapores violáceos,

contaminados de la lluvia ácida

recogida en el techo de zinc,

en el que repiquetean

las punzantes gotas de madrugada,

impregnadas de aromas de la tierra,

de enebros y azúcares de caña..


El denso humo que ocupa los rincones,

nubla el eco de palabras de insomnio

en las paredes

desgastadas por el uso y el maltrato.


Hemos cerrado las calles de la noche.

Alucinaciones de oro falso,

juego de manos en rincones sórdidos

y estrechos en los que el amor se asfixia

entre el asfalto.

Tu mano sobre el cielo

No me digas jamás ni siempre.

Búscame.

J.A. Valente

La luz vertical ha partido en dos

mi única ventana.


La fisura de sombras se ha llenado

de manantiales transparentes, de hojas

húmedas con manchas de tinta azul

dibujando tu mano sobre el cielo.


Has retirado tu sombra del suelo,

y la escondes en manos del olvido

en baúles rebosantes de recuerdos.


Tu imagen desapareció de mis ojos

sumergiéndose en brazos de la noche;

la guardas bajo llave de silencio

que arrojaste al abismo de la ausencia

en los negros caminos de la muerte.

Foto desgastada

¿Por qué no corren estos pies? ¿Por qué no se escapan de este sitio donde los instantes cojean arrastrando cadenas?

Helen R. Fogelquist

El espejo en que miro

lo absurdo de tus labios

me devuelve la foto

desgastada en la bruma de los días.


Se repite en sepia una y otra vez

la imagen en los cristales que cubren

el suelo de la ausencia.


La finitud del tiempo no perdona

el perfil de las cosas importantes.


Los relojes no entienden en su giro

la nitidez extrema del recuerdo.


Los minutos devoran los detalles

en los que el silencio

se esconde en los rincones,

sepultando la luz de madrugada

que dibujó en el aire

la línea fugaz de un suspiro.

Creación

A ti, yo te querría

fluyendo encima de mi como el agua…

Ezra Pound

Voy hacia ti

a punto de estallarme en flores

en la umbría navegable de mi sombra.


El único sonido

que rompe mi silencio

son palabras preñadas

de inocencia blanca que no escapan

de la cárcel del cuerpo.


Voy a punto

de crecerme en árbol hasta el cielo,

ciprés de la altura en la que habito

con los sueños de ti

que bogan en estrellas

de luz por mi universo.


Creadora me siento

de mundos embriagados

de tu imagen. Mi verbo

se hace carne en tu medida y exploro

lo insondable del océano,

devorando a dentelladas el aire

de tu brisa.

Cosechas

En amplios pañuelos de seda azul

he guardado la fibra

sensible de tu nombre.


La que teje la emoción que puebla

los resquicios de la noche y amanece

en luz de madrugada,

en el aire que contiene tu latido.


La verde humedad de mis entrañas

alimenta la piel

del musgo que brota en la cara norte

de mi celeste cuerpo,

tapizando mis poros de esmeraldas.


Todos los bosques secretos del mar

se alojan en cordilleras de luz

repobladas de grutas escondidas,

esperando desde un remoto origen

la mano que recoja las cosechas

que crecieron salvajes, primitivas,

con la pureza creadora de dioses

en el primer instante de la vida.


Humo

Me he derramado en lágrimas

en blanco mantel de hilo

bordado de azucenas.


Se derrite la cera,

marfil rugoso y pálido,

en la mesa oscura de tiempo y humo.


Volutas grises de exactas perlas cultivadas,

que se enroscan en lámparas

de profundo cristal

colgando en cadenas de moho y escarcha.


Se desperezan voluptuosamente,

perezosamente, así,

como novia despierta en la mañana

en suite de lujo y de lujuria.


Se cuelan en los resquicios de todas

las uniones, incluso en las que el viento

helado no se atreve.


Humo liviano envuelve mi tristeza

con su gris capa de seda antigua

y ligeros abrazos,

como una lejana estrella se arropa

dentro del firmamento.


Muchedumbre

Manchas abigarradas

carentes de armonía,

describen la forma irregular de la

inmensa muchedumbre

que trajina en las calles,

las horas laborables de los días.


Mareas humanas

arremolinándose en las grises

esquinas donde tu larga silueta,

trazada con los dedos de mi sangre,

me acompaña nítida

entre rostros borrosos de la gente.


¡Se me hace tan largo el tiempo que corre

ansioso tras los trenes,

en atascos ruidosos

de negras calles en las que el reloj

parece detenerse!


La suma de ruidos que se originan

en todos los rincones,

crea en torno a mis sentidos

un desgarro interior

de células sensibles

que buscan en la paz de tu contacto,

el vínculo de verde sabia acuática

que renueva el agua en mis raíces.

Se extiende la noche

La noche extiende sobre las calles

sus finos tentáculos de aguja

se clavan en el movimiento agreste

de caderas cimbreantes

en torno al talle

que estrecha la cintura

con brazos de tinieblas.


La soledad de los pasos,

tambor de hojalata

estremeciendo la curva del sonido.


La eterna noche se esconde profunda

en los rincones,

su helada mano me cierra los párpados

sin sueño;

ilumina entorno a los faroles

el leve espacio en que tus huellas

brillaron en los charcos

el instante preciso de unos besos.

Ofelia

He llegado muy tarde al rodaje

de mi escena,

el golpe seco de la claqueta ha

roto el silencio

salpicando el aire

de rojas y encendidas amapolas.


No he muerto.


Ya no seré Ofelia

flotando en un lecho oscuro de agua

salpicado de flores;

ni llevaré los crueles instrumentos

del martirio en las manos.


Ya no seré cenizas arrastradas

por el viento, luego pertinaz polvo,

sobre la lacada superficie

de un piano.

La forma de mi piel

Quiero verter en la forma de mi piel

el agua de tu aliento,

que los torrentes que te fluyen

colmen mis aguas subterráneas.


De debajo de la piel

me nacen caracoles,

me crecen helechos verdes de viento

que acunan en sus brazos

los besos sin palabras.


Las cerezas en flor han estallado

al roce clandestino de mi mano

esculpiendo la tierra del camino.


Serán gotas de licor en los labios

entreabiertos, color de la pasión

colgando bajo las luces del cielo

del deseo. El viento de levante

abandonará los frágiles pétalos

en las duras aristas de las piedras.

Macondo 
 “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”

Gabriel García Márquez. “Cien años de soledad”


“Tu identidad se rompe como el agua

Y cae de la altura de los siglos”

Juan Miguel Jerónimo

Persigo las rutinas de las fechas

en la bruma del tiempo detenido,

el círculo que mantiene en tu órbita

la vigilia y el sueño que he perdido.


Has paseado tu estatura

por las calles de Macondo,

aldea literaria muerta

en el olvido de las sombras.


Me camina por dentro la soledad

de siglos y milenios,

termita que devora mis entrañas,

viento que cubre la faz de mis senderos.


¿Bajo qué lápida escondidos

yacen los bordes de mi cuerpo?


He buscado mi nombre envejecido

en piedra de memoria

que consiga inmortalizar mi esencia.

Las esquirlas del tiempo

me saltan a los ojos

cegando la identidad que me contempla.

Divinidad ausente

Voces claman dentro de las montañas

que el dolor ha construido

en la elevada cima del olvido.


Territorio alejado de los dioses

construido con perlas de destino,

con ese silencio líquido de ámbar

Y rajado en jirones de lamentos.


La divinidad está ausente

de la hojarasca muerta del otoño

que el viento de poniente

cruje con rabia entre sus dedos húmedos.


Oxígeno gorgotea en los pulmones

de seres que vivieron otro tiempo,

que nacieron de escarcha de rocío

dentro de habitaciones empedradas

de mísera tristeza

compartiendo las noches con los muertos.


Sopas ardientes quemaron sus labios

y tosieron estrellas sus pulmones,

ningún beso abrasó su frente

ni desnudaron su cuerpo ante el deseo.


Respirando angustiosamente

los últimos latidos de la vida,

se cavan sepulturas en la tierra,

bajo alguna luna florecida

en la rosada rama de un almendro.

Lo que no busco

No busco un actor para una tragedia

shakesperiana,

ni un Cid Campeador con cota de malla

sudando sangre, atravesando la dura

estepa castellana.


En el camino quedaron rotas las hojas

de los cuentos y la imagen de príncipes

azules dibujados en páginas doradas.


No busco levantar murallas chinas,

ni tapias en el huerto

que ha florecido bajo mi ventana,


Ni poner límites al horizonte,

ni malecones al mar,

ni eternizar mis huellas en la playa.

El espantapájaros

El espantapájaros
XIX octava de Miguel Hernandez

Centenario Miguel Hernandez

Centenario Miguel Hernandez
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