una sola sonrisa -
la más pequeña de tu cara
me agradará lo mismo -
la que nadie echaría de menos
brillaba tan diminuta
estoy rogando en el mostrador -señor-
puede usted comprar -
tengo diamantes -en mis dedos-
¿Sabe usted qué son los diamantes?
¡Tengo rubíes -como la sangre del ocaso-
y un topacio -como una estrella!
¡podría ser buen negocio para un “judío”!
diga -¿puedo hacerlo- señor?